21.3.10

Querida Xisca:

Pupurri de Xisca


Hace tiempo que te leo, pero no me atrevía a comentar. Hoy te contare algo mío personal y es un poco largo como para dejarlo en comentarios. Me parece justo compartirlo contigo cuando tu compartes tanto con nosotros. Durante muchos años sufrí de insomnio y llegué a estar en tratamiento por ello, aún lo estoy. Odiaba dormir, quizá porque mi abuelo siempre nos decía “quien mucho duerme poco vive“… pero te aseguro que él no tiene la culpa de mi insomnio, pobre. Mas bien lo decía porque en verano de niños nos hacíamos los remolones por las mañanas y luego nos daban las tantas para bajar a desayunar.

Pero en el fondo la idea de que el que mucho duerme poco vive, caló en mí. Hasta dormir entre 2 y 4 horas solamente. También me negaba a soñar, no era real, era ficción, no era vida. ¡Qué error! Mi médico me habló de las torturas nazis basadas en la falta de sueño. Yo era mi propio NAZI … Glup! Y yo echándole la culpa a mis ganas de vivir. Es difícil de explicar, cada cual tiene sus demonios en esta vida.

Un día una amiga me dijo que soñar despierto era bueno y todavía mejor si era dormido. Era un momento mágico que podíamos controlar. La mayor parte de ellos, los sueños, son inconscientes. Pero hay otros que los creamos cuando empezamos a dormir. Es como si le diéramos instrucciones a nuestro cerebro … “sueña algo bonito para mi“. Y funciona. No sé si es muy científico pero a mi me funciona. Da igual que sea irreal o absurdo, imposible o un deseo. Que sea algo bonito… pero mío.

A mi particularmente tus sueños me han recordado a los míos, cuando empecé a querer dormir y soñar. Tampoco soñaba con mis hijos. Pero si con mis amigas y con mis abuelos. Con la casa del pueblo, la que recorría con tal precisión que era como si volviera a estar en ella. Con el cole de niñas, su campana de cobre verde y nuestros juegos. Y empecé a dormirme cada noche con esos recuerdos. Luego mis sueños iban por donde querían y eran tan extraños, como que el cole ya no era un cole, si no una gran obra de teatro donde todas teníamos un papel o la casa de mis abuelos, ya no era un lugar de veraneo, si no un hotel con huéspedes donde estaban alojados mis antiguos amores, que si no fuera porque se parecía a una serie de esas de la Lina Morgan, donde todo lo que pasaba era de risa, lo hubiera catalogado de “pesadilla”.

De muchos sueños ni me acuerdo, normal, pero otros se convirtieron en relatos para mis hijos y para mis amigos.

No te digo que ahora me guste dormir, porque me siguen dando las tantas a veces delante del ordenador o leyendo un libro. Pero los sueños me ayudan, son mi otro mundo, mi otra vida ¿Cuál es más real? ¿Vivimos en una pesadilla y cuando nos dormimos es cuando realmente despertamos a la vida que nosotros construimos y queremos? No lo sé, ni sé lo que significa. Yo me duermo y los disfruto. Me hacen sentir bien, salvo el del ascensor que no llega a ninguna parte y siempre se acaba abriendo en la misma planta, ese es aburridísimo jajajajaja…

Siento el rollo, ya acabo.

Felices sueños Xisca, disfrútalos mucho y gracias por compartirlos con nosotros.

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